Identidad y pertenencia son dos factores constitutivos del ser humano. Se desarrollan en el embarazo y se fortalecen durante la infancia y la adolescencia. Son responsabilidad de los padres de familia, de las instituciones educativas y por supuesto de los gobiernos internacionales que dictan las normas de los sistemas educativos.
Erick Erikson psicoanalista infantil define la identidad en diferentes aspectos:
Encontrar el equilibrio en el encuentro de su identidad y pertenencia, le permitirá al adolescente realizar un proyecto de vida. Su plan lo llevará a la concreción de sus capacidades, cualidades, intereses e independencia. En este sentido las instituciones involucradas (familia, escuela, gobierno) tienen una obligación moral. Deben proporcionarles a los jóvenes la inspiración suficiente para que encuentre su camino. Evitar que caigan en una confusión que lo lleve a la pérdida de su identidad y por lo tanto de su pertenencia.
Sabemos que todo cambio y crecimiento trae consigo una Crisis = oportunidad. La crisis vista como oportunidad es la zona de desarrollo próximo de la que habla el psicólogo Vygotsky. Son aquellas cosas que podemos hacer y adecuar para fortalecer al individuo y encontrar las situaciones que requiere superar. Necesitamos una educación basada en la prevención y la fortaleza. Si seguimos esperando el conflicto para actuar, los chicos estarán cada vez más perdidos.
Desde la neurociencia sabemos que la corteza prefrontal es la sede de las funciones ejecutivas. Es la que mide las consecuencias de las acciones, y calcula los riesgos. Esta maduración concluye a los 25 años de edad. Lo que nos da una respuesta biológica y parcial sobre las conductas de nuestros adolescentes. Sin embargo, se hace necesario ser un poco más explícito acerca de lo que sucede cuando tenemos manejo de las funciones ejecutivas. Éstas son las que le permiten al individuo el autocontrol, manejo de la inhibición, flexibilidad, iniciativa, planeación, organización, razonamiento y juicio.
Las funciones ejecutivas trabajan con el auto-monitoreo. Responde a la postergación de la gratificación de forma negativa. Nos ayuda a asumir consecuencias y toma de perspectiva. Dicho de otra manera, nuestros jóvenes necesitan madurar la memoria de trabajo verbal y no verbal. Regular y gestionar sus emociones y aprender a planificar, además de la resolución de problemas. Todas ellas actividades que se gestan en el embarazo y la primera edad.
La pertenencia, por otro lado, es la manifestación visible de lo que a una persona le interesa o necesita. Es aquello con lo que se siente identificado o de donde el adolescente se percibe como parte de ese grupo o grupos. Considerando en todo momento que toda conducta es una decisión personal, con el pleno convencimiento de lo que se está haciendo y eligiendo. Solo cambia si sufre de algún trastorno o alguna discapacidad a nivel cognitivo o cerebral que no le permita realizar esta elección consciente. Sin embargo, tenemos un cerebro plástico capaz de aprender siempre.
Con este marco de referencial de lo que le sucede a un individuo en condiciones normales, quiero hablar de aquellos niños que no las tienen. Existen diferentes circunstancias, por las cuales no logran consolidarse como persona. Se manifiesta a través de disfunciones del comportamiento como:
Sin olvidar, como lo hemos dicho en muchas diferentes ocasiones, que muchas de estas conductas se generan en el embarazo por los efectos del cortisol (estrés) prenatal.
Ahora bien, que sucede con los chicos con los cuáles estamos conviviendo y educando que viven una situación muy peculiar como la migración. Ya sea de un país a otro o de un estado a otro por necesidad económica. Debido a que todavía no hay resultados del censo 20202, utilizaremos los datos del 2010.
Según el censo del 2010, Laredo Texas, está constituido por el 95.6% de hispanos o latinos, de los cuales, el 35.5 son menores de 18 años. Tenemos una población estudiantil del 32.24% aproximadamente. La edad promedio de nuestros padres de familia es de 28.6 años. Lo que nos convierte en una ciudad muy joven y con un gran potencial de desarrollo. Los chicos que sufren una situación de migración pasan por muchos procesos psicoemocionales, incluyendo la reconstrucción de la identidad y la pertenencia.
Una persona fortalece y conforma su identidad y pertenencia de acuerdo a su cultura y sus costumbres, entre otros factores. Nuestros hijos pueden estar lidiando con la problemática que enfrentan nuestros vecinos o compañeros de clase. Situaciones que, de alguna manera, están viviendo por el fenómeno de la migración.
Los jóvenes de Laredo, Texas y la frontera México-Estados Unidos, requieren un plan de acción educativo muy particular. Se invita, por este medio, a que los padres de familia estén conscientes que sus hijos no están experimentando un crecimiento y avance “normal”. Requieren otros apoyos para su sano desarrollo emocional y cognitivo. Un niño que se mueve constantemente sufre un sinfín de procesos de desestabilización emocional. Ya sea porque pertenece a una familia migrante que requiere ir a las temporadas de pesca, caza, embotadoras o pizca. O puede ser que pasen por un periodo de pérdida y duelo que se repite varias veces en el transcurso de su vida. No hay tiempo de crear identidad ni pertenencia.
Mientras que los pequeños que vienen de México o Centro América, están en un duelo permanente por la pérdida de su hogar. Sufren cambio de país, adaptación a la nueva cultura, pérdida de amigos, familiares, cultura, creencias y costumbres. Circunstancias que los ponen en una situación de crisis difícil de superar. Los lazos que se generan en el lugar de origen son muy difíciles de romper. Lazos que provocan que la persona regrese al duelo por alguna condición o circunstancia determinada.
Al ser un duelo recurrente, múltiple y que no desaparece con el tiempo, el niño o adolescente presentará mayores dificultades para adaptarse. Una nueva cultura educativa, entre muchas otras cosas, le ocasionará un estrés permanente. Una situación que provocará cambios en su sistema nervioso. Tendrá que aprender y afrontar, situaciones como el idioma. En Laredo el 89.74 habla español, lo que hace más difícil que los niños aprendan rápidamente el idioma inglés. Algo que los puede llevar a padecer el síndrome de Ulises. En este sentido la inclusión parental al sistema educativo se retrasa o no se logra por las mismas razones.
El padre de familia, aparte de todo lo descrito, le acompaña el sentimiento de fracaso. Al no encontrar, tan rápido como esperaba, el sueño anhelado de una mejor vida, la frustración lo mantendrá en estrés crónico. Pasará por situaciones por demás difíciles, que lo enfrentan a vivir en hacinamiento o situaciones insalubres, entre muchas otras circunstancias legales. Comprender este esquema psicosocial que viven las familias migrantes, nos exige, como comunidad, hacer aportaciones pertinentes. Debemos hacer que este proceso sea menos doloroso. Intentar apoyar para que las familias logren el proceso de integración y asimilación. Pero sobre todo evitar que los niños sufran marginación o la discriminación.
Los expertos establecen que sólo hay dos rutas para lógralo. Por un lado, está la adaptación psicológica y por el otro la adaptación sociocultural. Lo que se obtiene a través de los programas de “parent Engagement”. Todos los padres de familia tienen el derecho de recibir información oportuna acerca del desarrollo integral de sus hijos. Aprender a ayudarlos para lograr la independencia, el éxito, la individualidad y la realización de un proyecto de vida personal. En el caso de las familias en circunstancias especiales como las que hemos descrito, el compromiso es mayor. Existen programas federales, como el programa migrante de los distritos escolares, que ayuda a los padres de migración interna (entre estados) que se mueven por necesidad económica.
En cuanto a las personas que migran de país en país, sólo nos queda proporcionar preparación. Han perdido drásticamente su proceso de identidad y pertenencia. Necesitamos darles información pertinente sobre cómo ayudar a su hijo a pasar por esos periodos propios de la adolescencia. Como aceptar y sobrevivir la migración de una forma más asertiva. Ellos requieren urgentemente los programas escolares para padres. Es por esta razón que hago un llamado a todos los padres de familia de Laredo Texas, para que busquen apoyo en sus distritos escolares. Pueden y deben recibir información pertinente que les proporcione herramientas para coadyuvar en la educación integral de sus hijos. Al mismo tiempo evitar dejar toda la carga a las instituciones educativas y al maestro de grupo.
Las familias de las que hablamos están pasando por un proceso de Aculturización. Requieren hacer cambios en sus costumbres, su cultura y la forma en la que estaban educando a sus hijos. En Estados Unidos los derechos de los niños son un tema muy delicado. Padres que estaban acostumbrados a salir de casa y dejar a sus hijos para trabajar, ahora se enfrentan a la situación de ilegalidad cuando lo hacen. El idioma es la principal barrera que requerimos derribar.
Los padres de familia, a diferencia de los niños, puede que nunca adquieran el dominio del idioma inglés. Siendo ésta una causa de alejamiento de las instituciones educativas. Nos toca a los integrantes de las comunidades incluir e informar a ese padre que no recibe el periódico. Padres que no asisten a las juntas y que no se enteran que hay mucho que podemos hacer por el o por ella. Es posible informarlo en una charla amena a la hora de coincidir en el jardín, en el supermercado o al a entrada de la escuela. Todos estamos en el mismo barco. La identidad y la pertenencia son factores de la comunidad.
Juntos es más fácil. Hasta la próxima
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